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Adios al efecto llamada

Muchos recordarán todavía las soflamas de la oposición contra el llamado efecto llamada en aquellos tiempos en los que uno de cada cuatro inmigrantes que llegaban a Europa se quedaban en suelo español al abrigo de un país en expansión que ofrecía buen clima y trabajo para casi todos. Pues bien, después de tres años de dura crisis y un mercado laboral que desprecia cualquier mano de obra, cualificada o no, se ha apoderado de la sociedad el efecto contrario: los inmigrantes buscan un mejor acomodo fuera de las fronteras ibéricas y los jóvenes españoles se marchan lejos de su patria en busca de una oportunidad. El resultado: la población española cae por vez primera desde 2002. El Instituto Nacional de Estadística (INE) calcula que hoy hay en España casi 30.000 habitantes menos que en enero pasado.

Dicen los demógrafos que el fenómeno se veía venir, debido a la larga duración de esta crisis. De hecho, muchos de los datos conocidos en los últimos meses ya presagiaban el resultado.

Durante el año 2010 se redujo la natalidad. A falta de dinero, muchos ciudadanos decidieron abstenerse de tener descendencia. También se contrajo el número de bodas. La fuga de cerebros es una realidad cotidiana. Los jóvenes, cansados de la ausencia de perspectivas, buscan suerte fuera exportando sus conocimientos. Una serie de este periódico titulada (pre)parados dio buena cuenta de muchas de sus cuitas. Ahora, el INE constata que, aunque al principio parecían resistirse a hacer las maletas, muchos inmigrantes han tenido que rendirse a la evidencia. Su fuga será cuantificable con mayor exactitud cuando se les dé de baja de manera automática en los padrones una vez lleven dos años sin renovar el registro.

Pero la tendencia, inversa a la que hizo aumentar la población y, en paralelo, la renta del país a un ritmo espectacular, ya está marcada. Si la crisis no acaba pronto, España seguirá disminuyendo y las fugas de hoy multiplicarán sus efectos porque si se espera a tener hijos estos siempre serán menos y si no hay inmigrantes habrá menos niños y menos jóvenes en edad trabajar y procrear. Más pobres, más solos y más envejecidos, incluso el PP echará de menos el efecto llamada.

 

Publicado en El País , 31 de julio 2011

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